11.11.2010

Las amigas muertas

No vale hacer cuentas, cálculos deprimentes de cuánto tiempo pasó y sigo acá o de cuánto tiempo pasará y seguiré acá o de qué va a pasar cuando se ponga peor, cuando me pase de nuevo pero algo peor. Le pasó a G, que esa tarde la vio en el auto con otro y nos contó de cuando la infame lo dejó en Disney World.

"Y eso que no es fácil pelearse en Magic Kindom, porque al primer grito te aparece un seguridad y anda explicarle al flaco: She is fucking living me man, what am I suppose to do? I just can´t stay calm"
y Mickey puso una mano sobre su hombro y de adentro del muñeco una voz argentina le dijo:

"tranquilo pibe, esa mujer no es para vos, aca cagándote la vida cuando podrían estar en splash mountain cagándose de risa"

Le pasó a G, siempre hay algo peor, para que nos demos cuenta de esto existe Policías en Acción. Cuando todos tengan hijos menos yo, no quiero estar alrededor. Finalmente me di cuenta, mi abuela tiene todas las amigas muertas.
¿Y ahora qué? Hay que procrear por si uno sobrevive a su propia historia. Ya le pedí el hijo a Carla, "que me cuide Juan Carlitos, le voy a lavar el cerebro de chiquito", pero cometí el mismo error que todos los villanos, enuncié el plan maléfico y ahora la futura madre esta advertida.
De esto no se habla, de los hijos, de las preocupaciones vanales, vuelvo a las problematicas ambientales, imposible, es que finalmente se dio cuenta también mi abuela el día de su cumpleaños, que la pasó bien, pero que nada, que no había nadie de su edad, porque tiene todas las amigas muertas.
Cuando estaba casada, hace siglos ya, Aida, su empleada, le decía

"¿De qué se queja, Marta? Por lo menos tiene a quien pelearle".

Los que se odian se aman, es lo primero que uno aprende del amor en el colegio, ese que te molesta... ese es, es ese. Yo me inventé prolijos, rubios carilindos como Leonardo, alto bobo y chicato, por otro lado Julián, como lo odiaba a ese, de pelo negro despeinado y piel blanca, de pecas irreverentes y violencia contenida, de ojos claros y torpes. El malvado no llegaba a los diez años, pero lo iban a echar. Lo admito hoy, a mi gustaba ese, aunque le escribía cartas de amor al otro. Tenían que pasar 18 años para encontrarmelo a Julián en la barra de un bar y escuchar quizá lo más lindo que me dijeron en la vida

"Damián en un recreo mientras jugabamos con nuestros micro machine me hizo una pregunta hipotética de esas que siempre te escrachan:
-Si tuvieses que poner a una chica en este autito ¿a quién pondrías?- y yo dije
-A Malena."

Sonreí sentada en la barra, sentada tan sola como siempre, con el whisky que tengo que dejar, con el ímpetu de vieja que no tiene ningun sentido, escuchando a una banda de jazz que no estaba buena. Todavía no tengo las amigas muertas, y años después pasan cosas lindas, las cosas lindas no solo están atrás, hay que dejar macerar, y sobre todo dejar de joder las bolas.


Malena Pichot

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Júliana